jueves, 7 de octubre de 2010

"UNA ES PARA QUE TE DEVUELVAN TU PLATA, LA OTRA, PARA QUE TE LA QUITEN"


En estas elecciones 2010, yo fui miembro de mesa y no me corrí. Lo acepté una vez más -como lo hago cada vez que me toca-, aún a sabiendas que iba a perder mi día de descanso, y a riesgo de quedarme con hambre por no ingerir gran cosa desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche, tiempo que duró todo el proceso.
Ya lo sabía, estas elecciones iban a ser complicadas porque a cada votante había que explicarle no se equivocara de ánforas, que una era para las municipales y la otra para el referéndum. En otras palabras, en una se colocaba la célula con los votos para elegir a los alcaldes provinciales y distritales; y en la otra la cédula donde se aceptaba o no que el Estado devolviera los aportes al Fonavi que hicieron miles de trabajadores.
Al principio nos dábamos el tiempo de indicar a cada ciudadano con paciencia y buen humor; pero conforme iba pasando la gente, se nos hacia más pesada esta labor, hasta que una mujer, campechana e inteligente, resumió la cosas: "A ya, una es para que te devuelvan tu plata, la otra, para que te la quiten" y rió a mandibula abierta. Todos los que estábamos en el salón también reimos por la ocurrencia que en el fondo traía una gran verdad.
Pasado el medio día, el hambre empezó a llamar a nuestros estómagos, esperábamos con ganas el refrigerio que la ONPE debía entregarnos. Recuerdo en épocas pasadas, cuando reinaba la crisis económica y la recesión, nos daban un sánguche triple, una cajita de jugo de frutas, un keke, galletas y una propina simbólica pero suficiente para comer algo a la salida. Esta vez debía haber algo mejor, no por gusto este gobierno nos machaca que estamos viviendo una bonanza y crecimiento económico sin parangón.
Sin embargo, la decepción fue enorme. Cuando llegaron los refigerios -en pequeñas bolsas blancas que no dejaban ver en contenido hasta abrirlas-, el desaliento gobernó las mesas de elecciones. Cuando abrí la que me correspondía la cosa se puso peor: dos paquetes de galleta soda, otras dos de esas para niños, dos barritas de chocolate con leche, cinco caramelos de limón y una botellita de agua, de esas chiquitas que han sacado para escolares.
¿Cómo es posible? me pregunté en voz alta, ¿con esto vamos a aguantar todo el día? Yo calculé el coste en poco menos de dos soles. Tarea para los periodistas de investigación: cuánto le costó al Estado estos refrigerios tan magros. No vaya a resultar otro faenón de esos que acostumbra hacer este gobierno.

Como es previsible, Susana Villarán ganó limpiamente en mi mesa, por más de veinte votos de diferencia. Y para no dudarlo, todos firmamos y pusimos nuestras huellas dactilares en las actas. Ahora, el conteo final de la ONPE es otro cantar del cual nos ocuparemos en próximo post.