miércoles, 11 de febrero de 2015

NO TOQUE SU TELEVISOR, REVIENTE LA TELEVISORA

La marcha contra la televisión basura convocada para este 27 de febrero ya está logrando resultados: le ha quitado la careta a mucha gente que creíamos contestataria, irreverente o progresista. En estos últimos días, una serie de personajes mediáticos han augurando el fracaso de una "marcha sin objetivos claros, que es fundamentalista o puritana". Otros más agresivos, como el caso de la colega Andrea Llosa, salen directamente a matar: "es una marcha estúpida". Yo diría que la cosa es al revés, son sus argumentos contra la marcha los estúpidos.
    Por ejemplo, Hernán Migoya hace una ridícula comparación entre la tv basura y Don Quijote, diciendo que toda cultura establecida empezó siendo cultura basura, de modo que quienes protestan contra la televisión basura, en realidad están protestando contra un nuevo tipo de cultura. En medio de su confusión afirma que así empezó la música chicha o los cómic. La relación es totalmente traída de los cabellos pues la cultura popular, que es su nombre verdadero y no cultura basura, nace como respuesta a la cultura establecida o establishment de la élite, con sus propios elementos de valoración que más tarde se convertirán en costumbres y normas.
     La tv basura significa otra cosa. Aclaremos antes el término "basura", el cual quiere decir deshecho, lo que no sirve o no tiene utilidad y es dañino para la salud. En este caso, la tv basura es en la práctica un tacho cuyo contenido es un producto peligroso para la salud mental y moral de la audiencia, porque lo que ofrece son antivalores, programas donde reinan el chisme barato, la discriminación, el racismo, la violencia. ¿Eso, señor Migoya, puede convertirse en cultura? Por su puesto que no. Ni siquiera forzando los argumentos de Nietzsche.
     Otro colega que también intenta desmerecer la marcha es Marco Sifuentes, quien desafía a los organizadores "cucufatos" pidiéndoles un argumento que lo convenza para apoyar la marcha. Y agrega luego que no deberían preocuparse pues solo hay que esperar que la misma televisión basura muera por sí. Tendrá que esperar sentado, cual tipeador de PC, porque este tipo de tv simplemente mudará de piel, pero no morirá porque hay quienes la engordan desde dentro.
     Sin embargo, a Sifuentes le puedo dar un argumento simple pero contundente que no es mío, sino de la inteligente señora Yola Polastri: "la tv basura es como una cucaracha dentro de tu pizza". Así es, si tu encuentras una cucaracha en tu pizza, ¿no reclamarías? Por su puesto que sí, y hasta armarías un gran y justo escándalo para que cierren esa pizzería porque atenta contra la salud pública. No creo que hagas caso a esa posición conformista y hasta humillante de "si no te gusta cambia de canal... perdón, cambia de pizzería", pero no le reclames nada al dueño, no es su problema -tal cual no es problema de los broadcaster-, sino enteramente tuyo porque tienes libertad de elegir otra pizzería; y deja en paz a las cucarachas, que otros se la coman. Así de sencilla es la situación.
     He repasado los textos de muchos columnistas que manifiestan su adversión a la protesta contra la tv basura y siempre siento ese tufillo desesperado por evitar la movilización, sea como sea, acusando de ignorantes, snobistas, borregos, limitados o violentistas a los marchantes, y he llegado a la conclusión que el fondo del asunto es miedo; sí, miedo a que la gente empiece a utilizar con más frecuencia un vehículo legal y contundente para acusar los problemas de nuestra sociedad que hasta hoy, con todo el supuesto desarrollo que tenemos, nadie se ha dignado a solucionar; ese vehículo es la protesta.
     La gente organizada es la peor pesadilla de los verdaderos cucufatos, de aquellos que no quieren mover nada porque todo supuestamente funciona bien. Para ellos la televisión basura es lo mejor que puede pasarnos en aras de la libertad de expresión y rezan en toda tribuna disponible porque la marcha fracase. Al ciudadano se le puede permitir tocar el televisor todo lo que quiera, pero está totalmente prohibido que toque un pelo a la televisora, ¡no se atrevan, insolentes!