En nuestro país, ¿a alguien se le ha ocurrido pensar que el caos del transporte público que vivimos agravado por los trabajos municipales en todas las calles de Lima, son un atentado contra los derechos humanos de los pobres usuarios?
En verdad que sí lo es.
Los ómnibuses, las camionetas custer, las combis y taxis, además de ser medios de transporte en mal estado, son humillantes cajas u hornos donde prácticamente se cocinan en vivo los pasajeros.
El hacinamiento, las ventanas en mal estado, la lentitud con que se mueven los carros al pasar por calles en reparación o construcción mientras el sol abrasador quema los techos, hacen que dentro de cada unidad de transporte público la temperatura sea inhumana, insoportable para cualquier ser vivo y muy indignante para cualquier ciudadano.
Y hasta hoy nadie reclama por ello, nadie pide que, por elemental consideración a esos trabajadores que se movilizan a diario, se haga algo por brindarles una mejor calidad de vida y para que esas largas jornadas de suplicio desaparezcan.
Muchos amigos que viajan al extranjero me han contado que en otros países los medios de transporte público tienen la obligación -según ley- de incluir aire acondicionado, o al menos pequeños ventiladores en los techos, que hacen menos desagradables los largos viajes. Quizás ya es momento de pedir que en nuestro país se haga lo mismo, que, aprovechando el cambio de nuevas unidades de transporte, se exija que tengan estos aditamentos.
No todo es mejorar calles y plazas; es necesario también mejorar las condiciones inhumanas de los ciudadanos dentro de un medio público de transporte, es un derecho humano que hay que proteger. Ojalá alguna autoridad edil o congresal tome la posta.
Los ómnibuses, las camionetas custer, las combis y taxis, además de ser medios de transporte en mal estado, son humillantes cajas u hornos donde prácticamente se cocinan en vivo los pasajeros.
El hacinamiento, las ventanas en mal estado, la lentitud con que se mueven los carros al pasar por calles en reparación o construcción mientras el sol abrasador quema los techos, hacen que dentro de cada unidad de transporte público la temperatura sea inhumana, insoportable para cualquier ser vivo y muy indignante para cualquier ciudadano.
Y hasta hoy nadie reclama por ello, nadie pide que, por elemental consideración a esos trabajadores que se movilizan a diario, se haga algo por brindarles una mejor calidad de vida y para que esas largas jornadas de suplicio desaparezcan.
Muchos amigos que viajan al extranjero me han contado que en otros países los medios de transporte público tienen la obligación -según ley- de incluir aire acondicionado, o al menos pequeños ventiladores en los techos, que hacen menos desagradables los largos viajes. Quizás ya es momento de pedir que en nuestro país se haga lo mismo, que, aprovechando el cambio de nuevas unidades de transporte, se exija que tengan estos aditamentos.
No todo es mejorar calles y plazas; es necesario también mejorar las condiciones inhumanas de los ciudadanos dentro de un medio público de transporte, es un derecho humano que hay que proteger. Ojalá alguna autoridad edil o congresal tome la posta.
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