Ha pasado exactamente una semana de la celebración de este día tan importante para combatir el racismo en todo el mundo; pero en el Perú fue como si no existiera, salvo por las actividades, poco difundidas de algunas instituciones como LUNDU o la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Y es que el tema del racismo en nuestro país es algo que incomoda a los sectores oficiales y las clases pudientes porque desnuda la posición arcaicamente racista que tienen frente a los hechos de que los indígenas, mestizos pobres y negros estén avanzando por su cuenta y riesgo en todos los niveles de nuestra sociedad.
El último y más peligroso bastión donde se han cobijado los racistas es la televisión. Desde allí, intentan socabar los avances que han logrado muchas instituciones progresistas y la propia gente discriminada.
Desde la televisión, se marca los estereotipos que deben tener los peruanos triunfadores; se definen los patrones de belleza y el tipo de gente que debe ser expectorada o incluida en la sociedad "formal"; se anuncia quienes deben ser ensalsados y quienes denigrados; se decide qué tipo de delincuentes deben ser condenados y quiénes perdonados. Todo en base a la apariencia racial.
Pero dentro de este medio masivo de comunicación, son los mensajes publicitarios los que, por antonomasia, marcan la pauta de los gustos raciales de la gente. Ejemplos existen muchos, si nos ponemos a analizar aviso por aviso descubriremos casos patéticos.
Incluso, dentro de los programas y las novelas encontramos la mano de los racistas. Se prefiere modelitos blancas o por allí mulatas, nunca cholas. Y si hay una, tipo Magaly Solier, es blanco de burlas soterradas. Siendo esta chica célebre y muy bella, nunca la vemos en los avisos, mientras otras más blancas a cada rato son colocadas como modelos de triunfadoras.
Recuerdo un pasado aviso de una fábrica de helados, en el cual un heladero con rasgos andinos es perseguido por un hombre grandote que quiere abrazarlo; pero cuando es una chica rubicunda la que quiere hacer lo mismo, milagrosamente el heladero es ahora un joven blanco al cual ella abraza sin tapujos. ¿Qué pasó, a los cholos no lo puede abrazar una mujer blanca? Ese terrible mensaje subliminal luego causa estragos en la mente de la gente poco preparada.
Otro caso sucedido hace un par de años y el cual nunca olvidaré: un domingo 15 de abril, en el programa noticioso Domingo al Día de América Televisión se pasó un reportaje (o ¿publicherri?) acerca de un lugar donde peinan a la moda a las niñas. Desfilaron un grupo de ellas, todas blancas, entre las cuales estaba una niña de razgos andinos. Una reportera las entrevistó, y, como es previsible, empezó por la más preciosa -o sea, la rubia para su gusto "occidental"- y luego siguió una por una haciendo preguntas a las demás niñas; pero cuando le tocó el turno a la única niña mestiza que estaba en la fila, pasó de largo dejando a la pequeña con la boca abierta, totalmente desilusionada y, para mayor desaire, prosiguió con la siguiente blanquita. ¿Que le podemos llamar a eso?: Racismo con mayúsculas. Y luego los defensores de la tesis de que no existe racismo en el Perú dicen que los cholos se autodiscriminan.
Y es que el tema del racismo en nuestro país es algo que incomoda a los sectores oficiales y las clases pudientes porque desnuda la posición arcaicamente racista que tienen frente a los hechos de que los indígenas, mestizos pobres y negros estén avanzando por su cuenta y riesgo en todos los niveles de nuestra sociedad.
El último y más peligroso bastión donde se han cobijado los racistas es la televisión. Desde allí, intentan socabar los avances que han logrado muchas instituciones progresistas y la propia gente discriminada.
Desde la televisión, se marca los estereotipos que deben tener los peruanos triunfadores; se definen los patrones de belleza y el tipo de gente que debe ser expectorada o incluida en la sociedad "formal"; se anuncia quienes deben ser ensalsados y quienes denigrados; se decide qué tipo de delincuentes deben ser condenados y quiénes perdonados. Todo en base a la apariencia racial.
Pero dentro de este medio masivo de comunicación, son los mensajes publicitarios los que, por antonomasia, marcan la pauta de los gustos raciales de la gente. Ejemplos existen muchos, si nos ponemos a analizar aviso por aviso descubriremos casos patéticos.
Incluso, dentro de los programas y las novelas encontramos la mano de los racistas. Se prefiere modelitos blancas o por allí mulatas, nunca cholas. Y si hay una, tipo Magaly Solier, es blanco de burlas soterradas. Siendo esta chica célebre y muy bella, nunca la vemos en los avisos, mientras otras más blancas a cada rato son colocadas como modelos de triunfadoras.
Recuerdo un pasado aviso de una fábrica de helados, en el cual un heladero con rasgos andinos es perseguido por un hombre grandote que quiere abrazarlo; pero cuando es una chica rubicunda la que quiere hacer lo mismo, milagrosamente el heladero es ahora un joven blanco al cual ella abraza sin tapujos. ¿Qué pasó, a los cholos no lo puede abrazar una mujer blanca? Ese terrible mensaje subliminal luego causa estragos en la mente de la gente poco preparada.
Otro caso sucedido hace un par de años y el cual nunca olvidaré: un domingo 15 de abril, en el programa noticioso Domingo al Día de América Televisión se pasó un reportaje (o ¿publicherri?) acerca de un lugar donde peinan a la moda a las niñas. Desfilaron un grupo de ellas, todas blancas, entre las cuales estaba una niña de razgos andinos. Una reportera las entrevistó, y, como es previsible, empezó por la más preciosa -o sea, la rubia para su gusto "occidental"- y luego siguió una por una haciendo preguntas a las demás niñas; pero cuando le tocó el turno a la única niña mestiza que estaba en la fila, pasó de largo dejando a la pequeña con la boca abierta, totalmente desilusionada y, para mayor desaire, prosiguió con la siguiente blanquita. ¿Que le podemos llamar a eso?: Racismo con mayúsculas. Y luego los defensores de la tesis de que no existe racismo en el Perú dicen que los cholos se autodiscriminan.
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