Mientras nuestro Ministerio de Salud se las da de progresista insistiendo en el reparto gratuito a todas nuestras jovencitas de las cuestionables "píldoras del día siguiente"; en Bolivia se invierte en algo más trascendental: la vacuna contra el mortal cáncer al cuello uterino ocasionado por el HPV.
Este tipo de cáncer es el más frecuente entre la población femenina del tercer mundo, y el Perú es uno de los países con mayor incidencia, en donde las mujeres entre los 30 y 54 años de edad tienen altas probabilidades de padecerlo y morir. Están expuestas la totalidad de las mujeres en actividad sexual porque el Virus de Papiloma Humano es contagiado a través de los hombres quienes son sus transmisores y portadores. Aunque ahora, con el uso de esta famosa "píldora del día siguiente", las probabilidades de adquirir el cáncer uterino aumentarán peligrosamente, porque anticonceptivos como el preservativo caerían en desuso pues el medicamento en cuestión resulta más barato que un condón.
En el Perú, todo el mundo afirma que, incluido Onegés, movimientos feministas e intelectuales, con esas píldoras se protege la integridad de la mujer pobre que ya no tendrá que abortar o parir hijos no deseados; sin embargo, no dicen nada sobre ese asesino llamado cáncer uterino que cruelmente las mata a diario, y menos hacen algo para evitarlo.
A diferencia de ello, Bolivia -país al cual criticamos cínicamente de populista-, está miles de pasos adelante de nosotros. En vez de preocuparnos por la estupidez de las píldoras que sólo alientan el libertinaje y la reducción de una población tan magra como la que tenemos (27 millones que a las justas se empareja con la población de la capital de México), debiéramos seguir su ejemplo.
Evo Morales a iniciado una campaña humanitaria que salvará la vida de más de 30 mil niñas entre los 9 y los 14 años que ya no estarán condenadas a morir de cáncer en el futuro. La inversión de 90 mil vacunas es muy cuantiosa, pero en este caso más inteligente que la inversión del estado peruano en discutibles pildoritas post coitales.
Ojalá el ministro Ugarte, recapacite y, en vez de estar gastando energías y recursos en una campaña que no viene al caso, se decida a imitar a Bolivia y salve a nuestras niñas de un futuro cruel como el de las mujeres que se atienden en Neoplásticas, resignadas a morir porque en su adolescencia no existían estas vacunas salvadoras.
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